La franquicia paramilitar se desmorona

Zetas. Foto: EspecialLa muerte el pasado viernes 9 de mayo del soldado Galindo Mellado Cruz, de nuevo trajo a colación al grupo de ex miembros del GAFE (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales) que a finales de los años 90, se unieron al crimen organizado para crear el grupo paramilitar conocido como “zetas”. En su momento varios generales y jefes advirtieron —preocupados— al alto mando de la Defensa Nacional, lo delicado y peligroso que resultaba para el país que las tropas de élite del ejército se sumaran en masa a la delincuencia organizada.

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México, 15 de mayo.- El “parto de los Zetas” tuvo lugar una mañana a mediados del año 1998, en el campo militar de San Miguel de los Jagüeyes, en el municipio de Huehuetoca, Estado de México. Aquel día habían sido citados en las instalaciones castrenses una compañía del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), formada por alrededor de 200 militares, entre oficiales y tropa, quienes habían estado comisionados en esos años en labores contra el narco en la Procuraduría General de la República (PGR).

La orden girada por el alto mando de la secretaría de la Defensa Nacional era que se pasara revista al personal, se examinara a los elementos que quisieran reincorporarse al ejército, y en última instancia, se facilitara la salida a todos aquellos que pidieran su baja del servicio. Este episodio quedó en la memoria de varios militares, quienes estuvieron presentes en aquella cita, y adquirió mayor relevancia cuando por las bocinas del altavoz instaladas en el campo, se escuchó la voz de uno de los jefes que encabezaba el evento, quien después de esbozar a manera de protocolo el motivo de la reunión, se dirigió a todos los que estaban ahí formados.

—Un paso al frente todo aquel que quieran causar baja del servicio activo a partir de este momento—recuerda un oficial que se escuchó en aquel evento. En un lapso muy breve varios de los efectivos uniformados que estaban ahí reunidos, rompieron la línea horizontal y fueron enviados a un grupo aparte. Una gran mayoría de los que se animaron a dar el paso, venían de estar adscritos al área de intercepción del entonces Instituto Nacional de Combate a las Drogas (INCD) de la PGR, algunos habían estado comisionados en Tamaulipas otros en Chihuahua, recuerda la fuente militar consultada.

Al paso de los meses quedó registrado que entre quienes se anotaron en la lista para solicitar su separación del ejército, estaban varios miembros del GAFE, quienes habían estado comisionados dentro de la Policía Judicial Federal Antinarcóticos. Entre ellos estaba el subteniente de infantería Arturo Guzmán Decena, el cabo de infantería Heriberto Lazcano, el soldado de transmisiones Ernesto Zatarain Vélez y otros colegas de tropa cuyos nombres se volverían célebres en los años siguientes como pistoleros del cartel del Golfo: el soldado Galindo Mellado Cruz, el cabo Miguel Ángel Soto Parra, Lucio Hernández Lechuga, Raúl Alberto Trejo Benavides, Sergio Enrique Ruiz Tlapanco, Raúl Hernández Barrón y Rogelio Guerra Ramírez. Todos ellos por esos días solicitaron su baja del ejército.

Al paso de los meses terminaron por convencer para que se les unieran a otros de sus ex compañeros, con quienes trabajaron en la PGR, pero que se habían reincorporado a las filas del ejército. Entonces desertaron Jaime González Durán, cabo especializado en transmisiones, el sargento paracaidista Luis Alberto Guerrero Reyes, los soldados Mateo Díaz López, Gonzalo Geresano Escribano y el paracaidista Jorge López.

Todos tenían en común durante su paso por el área antinarcóticos de la PGR, el haber utilizado como clave la palabra Zulu, que identificaba a quienes formaban parte del último escalafón en la estructura de la Policía Judicial Federal Antinarcóticos. A finales de los años 90 en las delegaciones que tenía la PGR en cada entidad del país, los subdelegados de la Policía Judicial Federal eran identificados en los sistemas de comunicaciones internos por medio de una de las letras del alfabeto fonético de aviación. A cada subdelegado correspondía la letra Y, con la clave Yanqui; los comandantes de la corporación eran los X, y la palabra Equis como código de identidad; al final estaban todos los agentes ubicados con la letra Z, llamados Zulus.

Cuando a finales de los años 90 un grupo de ex zulus comenzó a trabajar como pistoleros a sueldo para el cártel de Golfo, que en aquel entonces encabezaba Osiel Cárdenas Guillén, decidieron usar la letra zeta con la que eran identificados durante su paso por la PGR. Desde entonces comenzaron a ser conocidos como “zetas”, nombre con el que se convirtieron en el primer grupo paramilitar al servicio del narco, y que al paso de los años, se convirtió en la primera franquicia paramilitar del crimen organizado.

La sangría más costosa del ejército

Cuando el general Gerardo Clemente Vega García asumió la titularidad de la secretaría de la Defensa Nacional en diciembre del año 2000, al iniciar el gobierno del panista Vicente Fox, su poca experiencia en el mando de tropas y su ignorancia total sobre las condiciones en que se encontraban las unidades operativas del ejército en el país, lo llevó a pasar por alto las alertas e informes que le hacían llegar altos jefes militares, quienes le advirtieron de lo delicado que era la infiltración del narcotráfico en las tropas de élite del ejército.

No había marcha atrás, al paso de los primeros años del gobierno de Fox, un grupo sanguinario que utilizaba la propaganda para difundir sus crímenes, con mensajes implícitos a las autoridades y las organizaciones rivales, comenzaron a posicionarse en poblados y carreteras del noreste del país. Conocedores del lenguaje mediático, del uso y explotación de la información de inteligencia, durante el gobierno “del cambio” llevaron a la práctica varias disciplinas castrenses que hizo que todas las alertas se dispararan cuando comenzaron a ser identificados como desertores con “entrenamiento especial” bajo el apelativo de “zetas”. Fueron ellos quienes se encargaron de reclutar a colegas suyos en Centroamérica, como los Kaibiles, famosos integrantes del cuerpo de fuerzas especiales del ejército guatemalteco.

Durante la gestión del general Vega y después con Guillermo Galván al frente de la secretaría de la Defensa, las masas de militares desertores provocaron una sangría que fue aprovechada no solo por los zetas, sino por organizaciones rivales que vieron un “filón” para sus intereses que ex miembros de las fuerzas armadas, con algún tipo de entrenamiento especial, se sumaran a sus filas.

En el año 2001 fue abatido a tiros el fundador de los zetas, Arturo Guzmán Decena, durante un enfrentamiento con la policía cuando se encontraba en el interior de un restaurante en Matamoros, Tamaulipas. Su lugar lo ocuparía durante varios años Heriberto Lazcano, “el Lazca”, abatido por la marina en octubre del 2012. Al paso de los años varios de los 14 ex militares fundadores del grupo murieron en enfrentamientos, como Efraín Teodoro Torres, el Z-14, asesinado en el hipódromo de Villarín, Veracruz en el año 2007; otros fueron detenidos como Mateo Díaz López, Jaime González Durán y Jesús Enrique Rejón Aguilar, y alguno que otro no se supo más, como el paracaidista Jorge López, apodado “el Chuta”.

El último “traidor”

El nombre de Galindo Mellado Cruz, quien estuvo de servicio durante siete años en el ejército y se dio de baja en 1999 para unirse al grupo fundador de los zetas, regresó en los últimos días a los medios de comunicación después de que su identidad quedó confirmada por las autoridades federales como uno de los cinco muertos de un choque armado registrado en calles de Reynosa, donde también perdió la vida un soldado.

El enfrentamiento entre fuerzas federales y pistoleros entre los que se encontraba Mellado, sucedió la tarde del viernes en la colonia Las Fuentes, cuando un grupo de militares fueron atacados desde un domicilio particular con lanzagranadas, disparos de rifles Barret calibre .50, ráfagas de fusiles AK-47 y de rifles de asalto R-15, informó en conferencia de prensa el lunes 11 el comisionado nacional de seguridad Monte Alejandro Rubido. En el choque los testaferros recibieron apoyo de camionetas donde venían hombres armados, quienes fueron confrontados por marinos y soldados, los cuales recibieron el apoyo de un helicóptero de combate Black-Hawk.

Rubido relató a los medios de comunicación, que durante su intento de huida los pistoleros y sus cómplices realizaron diversos bloqueos en un par de libramientos y en las avenidas Luis Donaldo Colosio y 20 de noviembre, al igual que en la salida hacia el municipio de San Fernando. Mientras se daba la persecución, agentes federales ingresaron al domicilio de donde salieron los disparos y encontraron el cuerpo de Mellado Cruz junto a una subametralladora MP-5, conocida como “matapolicías”. Antes de la muerte de quien era conocido como Z-9, añadió el funcionario, siete de los miembros fundadores de los zetas ya habían sido abatidos, cinco más en los últimos años fueron detenidos y uno más, se suicidó.

De acuerdo a reportes de informantes de la policía federal recuperados por blogs y redes sociales en Tamaulipas, desde el año 2010 Mellado había abandonado a los zetas para sumarse al cartel del Golfo. La defección ocurrió en los meses de aquel año cuando ambos grupos se separaron, lo que ocasionó una escalada violenta en esta entidad y otras aledañas donde los asesinatos masivos, secuestros y balaceras se incrementaron.

Una pista sobre la condición de Mellado, quien habría dejado de ser Z-9 desde el año 2010, salió a relucir en septiembre del 2012 cuando varias mantas colocadas en la vía pública de Ciudad Victoria, y en comunidades del norte de Veracruz, lo señalaron como “traidor” por haberle dado la espalda a la organización que ayudó años atrás a fundar. La PGR lo había identificado desde finales del sexenio de Felipe Calderón, como uno de los organizadores de los atentados cometidos con coches bomba en Nuevo Laredo, donde hubo una persona muerta y varios lesionados.

Con la muerte de Mellado Cruz los zetas “fundadores”, compuesta por 14 militares entre desertores y dados de baja del GAFE, quedó reducida a casi nada. Sigue vigente, de acuerdo a fuentes de seguridad federal, un pequeño grupo entrenado tiempo atrás por los zetas “originales”, que han hecho de la organización una franquicia dedicada a la extorsión, el secuestro, tráfico de migrantes y asesinatos.

Juan Veledíaz

@velediaz424

Estado Mayor

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  9 en “La franquicia paramilitar se desmorona

  1. Avatar
    Jesús Dagoberto Beltrán
    21 de mayo del 2014 en 12:51

    Feliiiiiicitaciones,compañeros

    Felicitaciones, hermanos militres recordemos nuestros Lemas, POR EL HONOR DE MEXICO, Y HONOR , VALOR, LEALTAD.

  2. Avatar
    Ert
    18 de mayo del 2014 en 19:49

    El chuta sigue de operativo…

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