Recalculando

La consulta sobre el aborto: el después

El aborto continuará siendo legal en Uruguay en las condiciones que establece la ley. El estrepitoso fracaso de la consulta para habilitar un referéndum dejó por el camino el intento de derogar una de las leyes más debatidas de las últimas décadas. En su primera aparición pública tras el resultado del referéndum, Tabaré Vázquez habló de “punto final” y mostró la carta de la previsibilidad. “Cuando digo algo, lo cumplo”, repitió estos días. Para la oposición, el tema no está cerrado.

 

No habrá referéndum. Lejos de las 650 mil adhesiones que los impulsores de la derogación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo (ive) necesitaban para convocar a una consulta popular, sólo 215.057 uruguayos se arrimaron a las urnas el domingo pasado. La historia señala que en este tipo de comicios voluntarios es muy difícil superar el 25 por ciento de los votos necesarios para llamar a un referéndum. De hecho, esa barrera solamente se traspasó en 1992, en ocasión de la ley de empresas públicas promovida por el gobierno de Luis Alberto Lacalle. Por eso el resultado del domingo no se presenta como el fin de nada, mucho menos del Uruguay conservador y pacato. Las vueltas de la política: como en 1992, esta consulta de adhesión encontró en las mismas trincheras al colorado Julio María Sanguinetti y al Frente Amplio (fa). Si no fuera que el líder del Frente Amplio, Tabaré Vázquez, sí concurrió a las urnas, quizá ese hubiese sido el tono distintivo de una jornada inédita en el país: por primera vez el polémico tema del aborto fue sometido a la consideración ciudadana. A diferencia de la abrumadora mayoría de su partido, que defendió la ley con una tibia –cuasi clandestina– campaña informativa frente a una solapada estrategia opositora, que ahorró argumentos trogloditas y puso el foco –al igual que Vázquez– en la importancia de la participación ciudadana, el ex presidente volvió a exhibir su diferencia sin tapujos.
Todos los dirigentes políticos con chances de ser candidatos por sus respectivos partidos votaron el domingo. Temprano en la mañana lo hicieron Jorge Larrañaga y Luis Lacalle Pou (Partido Nacional), Pedro Bordaberry y Amorín Batlle (Partido Colorado) y Pablo Mieres (Partido Independiente). Desafiando la costumbre del voto madrugón, Tabaré Vázquez lo hizo por la tarde, en la escuela número 23 del Paso Molino. Antes, compartió un asado con amigos. Al llegar explicó que lo que minutos después haría no sería “ni noticia ni novedad”. “He dicho siempre –y cuando empeño mi palabra la cumplo– que cuando hubiera una consulta popular yo iba a estar presente y la iba a respaldar, porque creo en la democracia directa, creo en la necesidad de abrir todos los caminos posibles de participación a los ciudadanos para que se puedan expresar”, acotó. Ante la consulta de Brecha sobre cómo podría ser interpretado su voto en el fa, el ex presidente acotó: “Yo no sé cómo puede ser interpretado (en el fa), pero reitero, esto no es novedad ni puede asombrar a nadie”. Durante su comparecencia ante la prensa, Vázquez apenas habló de su posición respecto a la ley en cuestión. Y la respuesta tuvo forma de pregunta: “¿Quién en Uruguay no conoce cuál es mi posición? Yo no estoy atacando ningún principio, estoy cumpliendo con mi palabra. Cuando digo algo, digo algo”, sentenció.
Hasta la llegada de Vázquez no volaba una mosca en el Paso Molino. La foto del lugar mostraba una avenida Agraciada sin gente, dos gurises con sus ceibalitas aprendiendo geografía, tres militantes pro-vida de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días asesorando a los pocos votantes de más de 70 años que llegaban en forma de procesión, y una fotógrafa durmiendo en el pasto, junto al monumento a Artigas, frente por frente a la escuela. Tal era la tranquilidad al promediar las tres de la tarde, que hasta poco antes de que llegara Vázquez, presidente, secretario y vocal de la mesa que atendió al ex mandatario pedían a los periodistas a través de la ventana del circuito –un poco en serio y un poco en broma– pizza del bar de la esquina. Aun el policía que custodiaba el circuito dormía en el último banco del salón de clase hasta que, claro, la nube de cámaras y flashes lo trajo del sueño. Vázquez llegó y se fue caminando, raudo, acompañado por su secretario personal, Eduardo Bandeira.
A esa hora, una decena de militantes sociales se habían instalado con un improvisado centro de cómputos en la sede del Frente Amplio. “Estamos hace diez años con este tema, ¿no vamos a estar en el día de hoy?”, explicó a Brecha Camilo Collazo, de la organización Proderechos, mientras la dirigencia seguía en el tercer piso de la calle Colonia la agenda futbolística de la Copa Confederaciones. A primera hora de la noche, cuando ya se podía aventurar el resultado final, militantes de diversas tiendas políticas y sociales, la ex directora del Instituto de las Mujeres Carmen Beramendi y el subsecretario de Salud Pública, Leonel Briozzo, se reunieron en la sede del colectivo Cotidiano Mujer. Apenas conocidos los primeros resultados oficiales, las mujeres dieron rienda suelta al festejo. Hubo consignas dirigidas a Vázquez y al que la “miró por tevé”, transformadas en la gran escena de pugilato del día. Pero también otras: el clásico “Borombombom, borombombom, votaron todos, qué pocos son” y hasta un emocionado “¡Ganamos!” en el abrazo inesperado, improvisado, cuando los números ya advertían que la ley quedaría firme. “¡Viva la República!”, soltaba Lilián Celiberti. “Impresionante”, repetía Briozzo, ante la contundencia del resultado. El viceministro, que se puso al hombro la reglamentación de la norma apenas aprobada en el Parlamento, destacó en diálogo con Brecha la “inteligencia del pueblo uruguayo” al mantener la ley, y aunque reconoció “núcleos para trabajar más en profundidad” en lo que hace a su implementación –sobre todo en lo que hace a la gran cantidad de médicos objetores de conciencia en el interior del país–, dijo que la gente “entendió que con la despenalización se trata de atender la salud de las mujeres uruguayas”. Briozzo, que impulsa desde hace tiempo una estrategia que intenta quitar el tema del aborto del área de los temas de conciencia, incorporándolo a la agenda de la salud pública, apuntó que ahora toca “avanzar en un protocolo para la objeción de conciencia” en coordinación con el Colegio Médico y la Facultad de Medicina. Ese “derecho”, explicó, “se contrapone al derecho a la salud de las mujeres uruguayas”. La objeción de conciencia trepa al cien por ciento en Salto, donde ni uno de los 12 ginecólogos del departamento se ha prestado a practicar abortos (véase Brecha, 21-VI-13).

GOLEADAS. La estrepitosa derrota en las urnas obligó a los sectores de los partidos tradicionales a un enorme abanico de lecturas sobre el resultado de la consulta. Bordaberry –que dejó para la historia su reacción primera, estampada en la frase “Uno se siente como el arquero de Tahití”– dijo luego que es necesario reflexionar por qué “todos los que hemos anunciado que vamos a ser candidatos a la Presidencia el año que viene llamamos a votar y la gente no acompañó”. El año pasado el líder de Vamos Uruguay impulsó el “disciplinamiento” de su sector ante la votación de la norma en el Parlamento. Por su lado, el blanco Jorge Larrañaga reconoció a Brecha la “falta de respuesta de la gente” ante la convocatoria. “La gente reaccionó muy tenuemente a una convocatoria que fue débil, vinculada nada más que a los dirigentes. Sin duda que no supimos conectar con lo que la gente quería”, reconoció. Pero esa no es la tesis del legislador Pablo Abdala, principal impulsor de la iniciativa, que en diálogo con Brecha hizo un balance “positivo” del proceso en tanto “se logró incluir el tema en la agenda pública”. Consultado sobre la falta de movilización de los aparatos blancos y colorados, Abdala reconoció que “habrá quienes se movieron y quienes no”, pero estimó “inconducente” emitir un juicio sobre lo que hizo cada uno. Lejos de reparar en el 8,88 por ciento alcanzado –creer o reventar: los tres números de la lista del disidente diputado del fa en Salto, Andrés Lima, separados por una coma–, para Abdala el resultado es consecuencia de “las altas exigencias que demanda la democracia directa”. Según el legislador, “el 25 por ciento requerido en realidad es más si tenemos en cuenta que no hay voto interdepartamental” y, en especial, que “hay muchos ciudadanos en el exterior del país que no pueden votar”. Por el momento, Abdala no tiene en agenda la posibilidad de impulsar el voto consular.
En el fa, su presidenta, Mónica Xavier, calificó para Brecha de “goleada” el resultado del referéndum, trazando un paralelismo con el buen resultado de la selección uruguaya ante Tahití, el mismo día de la consulta. “La contundencia de los resultados nos hace sentir que ha sido ratificada una política pública, de derechos”, sostuvo en un breve mensaje grabado en la noche del domingo. Cuarenta y ocho horas después, una cena de recaudación de fondos organizada por la Coordinadora B del fa en el salón Fantasy Garden reunió a Vázquez y Xavier en torno a una misma mesa. “Pensaban que nos iban a dividir”, le dijo el ex presidente al saludarla. La médica socialista rió y poco más. Había cola para saludar al ex presidente. Minutos después, ya durante un prolongado discurso, que incluyó mensajes vinculados a la marcha de la economía y la seguridad pública, Vázquez abrió “un paréntesis” para referirse al fracaso del pre referéndum. Ante la atenta mirada de un auditorio que combinó dirigentes políticos, ministros de Estado, embajadores de países extranjeros y una troupe de empresarios que de un tiempo a esta parte siguen los pasos del gobierno y del fa a donde sea que vayan, Vázquez dijo que el resultado del domingo es el “punto final y definitivo” con relación al debate sobre el aborto. “Tras el contundente e inexcusable pronunciamiento cívico, aquí no hay buenos o malos”, aseguró. El aplauso sonó más fuerte que de costumbre, con algunos “bravo, Tabaré” incluidos desde la mesa que compartieron Glenda Rondán, María Julia Muñoz, Marina Arismendi, Víctor Rossi y Álvaro García. Tras un breve murmullo de los presentes, el ex presidente se adentró en temas económicos y puso el foco en la baja de la edad de imputabilidad, una iniciativa liderada por Bordaberry. Para decirlo en pocas palabras, cambió de foco (o de plebiscito). Y ahí sí apuntó todos los dardos a la oposición. Señaló al enemigo, alineó a la tropa, arengó a contrastar argumentos (véase recuadro). No le fue tan mal: a los pocos minutos Bordaberry ya twiteaba “Reapareció Vázquez; dijo q (sic) hizo mucho en materia de seguridad; es cierto: largó 1.200 presos y duplicó rapiñas”.
Con todo su capital político en mano y exhibido, lo de Vázquez en el Fantasy Garden fue intentar un borrón y cuenta nueva. Concede el “punto final” pero exige menos presiones internas, más espacio, más margen de maniobra. Y es que –quién lo iba a decir si no estaba en el menú previo– todo esto sucede mientras en la oposición especulan con revertir el resultado del domingo. Lo dijo Larrañaga a Brecha: “No se puede poner un cierre definitivo si mañana existe una mayoría parlamentaria diferente”. A pesar de la andanada de críticas con las que hostigaron al fa en momentos en que la izquierda buscó anular por la vía parlamentaria la impunidad consagrada en la ley de caducidad, la idea de que el tema del aborto no queda cerrado cala hondo entre blancos y colorados. “Eventualmente, la sociedad puede entender en el día de mañana reabrir este tema”, evaluó Abdala. A pesar de los números, los porcentajes y las propias deficiencias de sus aparatos, unos y otros siguen resistiendo la legalidad del aborto. Y, por si alguna analogía faltaba, el diputado Gerardo Amarilla propuso explícitamente llevar el asunto a un tribunal internacional.
Las resistencias en la oposición a aceptar el resultado del domingo como definitivo abrieron un flanco impensable tiempo atrás: que la opción por Tabaré Vázquez sea la única capaz de mantener el aborto despenalizado. Por eso, aprovechándose de los traspiés tácticos de los otros, el ex presidente impulsa ahora con fuerza la idea del “punto final”, se muestra como un tipo de palabra, cambia la ofensiva inicial contra la ley por un compromiso asumido tiempo ha que ya nadie recuerda, pero que el viejo médico –con ese inseparable perfil doctoral– se encarga de refrescar, en busca de su propia goleada en 2014. Sin vuelta atrás.

El regreso de Tabaré
En las gateras

Como “un estadista” definió Rafael Michelini a Tabaré Vázquez al salir de la cena que organizó la Coordinadora B. Esa impresión fue compartida por la gran mayoría de los asistentes al salón Fantasy Garden, en el coqueto barrio de Carrasco. Como en las épocas de los grandes anuncios de su gobierno, Vázquez leyó su discurso ante un auditorio que apenas se tomó un descanso para aplaudir y murmurar su reflexión sobre la consulta del domingo (véase nota central). Dirigentes del fa (compartieron mesa con el ex presidente Mónica Xavier, Ana Olivera, Lucía Topolansky, Enrique Rubio, Eduardo Lorier, Daniel Martínez y Michelini, entre otros), integrantes del gabinete ministerial (sólo faltaron Danilo Astori, Roberto Kreimerman, Daniel Olesker y Eleuterio Fernández Huidobro), y hasta los embajadores de China, Corea y Venezuela estuvieron presentes en el evento. No faltaron los empresarios: el dueño de Fripur, Alberto Fernández, el presidente de Cutcsa, Juan Salgado, el gerente general de la Asociación Española, Julio Martínez, el presidente del Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas, Eddie Espert, y los dueños del diario La República, el Hospital Británico y la constructora Saceem, por citar algunos. Una mesa entera estaba reservada para gerentes de Cutcsa y otra, idéntica, para la dirigencia local de la pastera upm.
En su discurso, Vázquez pidió tener un especial cuidado por la política económica, reivindicó la “seguridad jurídica” y las “reglas de juego claras” para la promoción de la inversión productiva, y apuntó a la necesidad de atacar la primarización de la economía: “Menos troncos de madera y más exportación de muebles y escarbadientes”, reclamó, sin demasiado énfasis en los instrumentos. No habló de distribución de la renta ni del capital pero sí enfatizó en la necesidad de “un Estado presente y activo que solucione los problemas que el mercado no soluciona”. El ex presidente hizo además una encendida defensa del ambiente y especial hincapié en el próximo plebiscito sobre la baja de la edad de imputabilidad. Dijo que “la oposición finge olvidar” los acuerdos interpartidarios en materia de seguridad pública. Se puso el traje de médico para advertir sobre la “patología” de la violencia en Uruguay y el mundo. Hacia el final de su intervención, Vázquez acusó a la oposición de ser “resultadista” y se indignó porque “hasta juntan firmas para bajar la edad de imputabilidad”. Para Vázquez, “se manipula y se exacerba el sentimiento de inseguridad”, y “se pone a los jóvenes, a los negros, o a los homosexuales como chivo expiatorio”. El ex presidente pidió, como antídoto contra la inseguridad, “más igualdad de oportunidades, más educación, y una lucha sin tregua contra la corrupción”.

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Por Samuel Blixen
No recuerdo exactamente las cifras, los porcentajes. Pero todavía hoy, cuando se conocen los resultados definitivos de la consulta popular del domingo 23, siento el impacto de la manipulación.
A media mañana del jueves 20 Emiliano Cotelo, conductor del programa En perspectiva, de radio El Espectador, dio a conocer el resultado de una encuesta. La audiencia debía, si quería, enviar “mensajitos” con una de las tres letras que se proponían: A, voto el domingo; B, no voto; C, no sé.
Al cierre de la consulta, Cotelo informó: 43 por ciento (o algo así) vota; 56 por ciento no vota, etcétera. Y analizó, palabras más, palabras menos (porque fue imposible rescatar el audio): “Aunque el No fue mayoritario, 43 por ciento es mucho más que el 25 por ciento que se requiere para habilitar la consulta, por lo que habría referéndum”.
Hoy sabemos que apenas el 9 por ciento del electorado concurrió a las urnas el domingo. Las encuestadoras profesionales fueron más cautas: según Equipos Mori, el 53 por ciento estaba en contra de la despenalización; y Cifra aventuraba que “si hoy se realiza el referéndum”, estaría a favor de la derogación un 46 por ciento. Ninguna de las encuestadoras aventuró cifras definitivas sobre la consulta del domingo, porque, entre otras cosas, la concurrencia era voluntaria, pero con sus sondeos de opinión alimentaron los deseos de cierta prensa, que dio por hecho el referéndum a fin de año.
En perspectiva fue mucho más allá; en condicional, es cierto, anunció que más de un 25 por ciento de los uruguayos votaría el domingo, cuando es evidente que ese tipo de encuestas radiales (y televisivas) que se reiteran cada vez más, sólo reflejan la opinión de los oyentes, es decir, de aquellos oyentes que tienen la predisposición, el dinero y el tiempo como para mandar un mensajito, sin ninguna de las garantías de una verdadera encuesta.
La difusión de los resultados, sobre esas bases tan endebles, revela otras intenciones, tiene otros significados.

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